lunes, 15 de diciembre de 2014

Fragmentos

Me detuve frente a él y le observé fijamente mientras un breve silencio tenso nos rodeaba. Su rostro tenía una desagradable falta de profundidad. Color pálido homogéneo, lampiño, con dos ojos secos, inexpresivos, de un marrón tan común como sucio y que apenas destacaban en su cara. Labios finos y cerrados, nariz plana y hundida... clara muestra de su pasado como boxeador mediocre.
—No te confundas —me dijo—. El boxeo te dará disciplina y aguante, sí. Quizás también algo de iniciativa, pero nada más. Tú te preparas un combate porque sabes que un día tendrás ese combate y tendrás que pelearlo. Si tienes suerte y el rival tiene algo de nombre, o de historial, podrás estudiarlo, prevenir cómo actuará y saber cómo responder... en teoría. Vale. Ahora sal a la calle y enfréntate a la vida. A ver si adivinas cuándo y de dónde te van a llover todas las hostias que te esperan.
Aquellas palabras me hicieron pensar. Desde luego no podía negar que no tuviera razón en lo que expuso, pero me entró la duda de si lo dijo por casualidad o porque sabía lo que iba a pasar ahora que yo estaba allí.

Fragmento de “No dudarás”, mi proyecto de segunda novela que espero que salga en 2015.