Irina Eastova, personaje clave en el desarrollo de la novela (como puede intuir el lector ya desde la dedicatoria), y cuya primera aparición en la misma queda reflejada con la descripción que Lewis hace al verla entrar en el restaurante en el que van a cenar.
“Muchas veces me preguntaba cómo era posible
que estuviera con alguien así. Físicamente sobresalía por entre las
demás mujeres, sin ninguna duda. Según la mirabas podías observar su
media melena castaña clara siempre suelta, sus enormes ojos
color miel destacando sobre las pecas que salpicaban su rostro, y unos
labios que sabían abrirse para mostrar una sonrisa amplia y luminosa.
Sí, este sí era un rostro capaz de despertar y acaparar tu interés. Y su
cuerpo ya era el paroxismo para mí. Tantos años de juventud dedicándose
a la natación le dieron una forma muy bien tallada; y sabía
conservarlo. No había cambiado prácticamente nada desde que la conocí.
Estaba claro que cualquier persona que la viera por primera vez podría
etiquetarla de diosa. Yo lo hice en su momento.”
Fragmento del capítulo V de “Algo pendiente”
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