miércoles, 18 de diciembre de 2013

Segundo premio

En realidad es el primero que consigo con un microrrelato, y aunque sea el segundo puesto, a mí me ha sabido a gloria.

La Universidad de Salamanca entrega los premios de la VI Edición del Concurso de Microrrelatos.

Presenté dos textos a ese concurso y, sinceramente, confiaba más en el otro que envié. Empleé más tiempo en él, lo elaboré más concienzudamente, pensé que estaba más y mejor preparado, que tenía un mensaje más claro y definido, pero me equivoqué. Quizás me confundí al tener claros la finalidad y el objetivo por los que lo escribí, que no tenían nada que ver con el concurso en sí mismo, sino con otro tipo de... competición.

En cualquier caso da igual, ese es otro tema. El principal de esta entrada es el texto que consiguió ganar un reconocimiento público. Surgió de modo imprevisto, como ejercicio práctico el día que en el Taller de escritura creativa de La Biblioteca de la Casa de las Conchas, Raúl Vacas Polo nos puso como ejercicio el escribir un texto en el que apareciesen diez objetos cotidianos. Era un ejercicio de literatura de andar por casa y el resultado fue este:

Las cosas por su nombre:

Vi agua brotando de una especie de cascada en la pared. Grifo, dijo la señora, y ahora acompáñame, ordenó. Así lo hice por ese túnel iluminado, pasillo, exclamó ella, y vi como delante de mí derribaba un muro sin problemas. Puerta, explicó, y lo que hago es abrirla. Estas serán entonces sus tierras y posesiones, jardín, dijo con tono cada vez menos paciente, y no es tan grande como crees. Pero sí será un sitio noble, pues no paro de ver banderas sobre ese extraño mástil. Tendedero, y lo que cuelga, ropa. ¿Y ese enorme carruaje sin caballos tirando de él y con extrañas luces? Ambulancia. ¿Y por qué se acercan dos hombres de blanco con una camisa de mangas largas? Son tus escuderos, dijo mientras se apartaba. Ve con ellos, abuelo, te ayudarán a vestirte tu nueva cota de malla.


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